PSICOLOGÍA SOCIAL
RELACIÓN DE PAREJA: ¿VIENTO EN POPA?
Por
Manuel Salgado
Post #11

Como cada año, tal y como ocurre con otros temas, el verano es momento para hablar de la calidad de las relaciones de pareja, poniendo encima de la mesa el dato estadístico que indica que septiembre y octubre son meses de repunte de separaciones y divorcios.

A simple vista parecería que la solución sería muy simple: no tener vacaciones durante el verano y continuar con la rutina del resto del año. Así, al evitar el aumento del tiempo compartido, las parejas estarían protegiendo su “estupenda” relación.

Vamos a plantearnos esta metáfora: entendamos una relación de pareja como un barco en el que van dos personas. Si el barco no se mueve, puede parecer que está prefecto, que goza de buena salud, creyéndose que el motivo de que se hunda es que salga del puerto en el que se encuentra atracado.

Quizás pienses que eso realmente es así, de manera que la mejor forma de proteger un barco, una pareja, es que no se mueva del puerto, del lugar más seguro; sin embargo, un barco está hecho para navegar, para conocer mundo, para disfrutar, para que se mueva. Si no, sería un faro o cualquier otro objeto inamovible.

Ahora bien, el barco necesita energía para navegar y una dirección adecuada de hacia dónde se va con ello. Sabemos que las fuentes de energía pueden ser varias: viento, motor, remo, etc., es decir existen formas diferentes de hacer que el barco se mueva.

Al moverse, nos obliga a estar pendientes de ello, a observar el horizonte, a consultar el radar, las cartas de navegación, la radio, el mismo cielo, todo para que tengamos una navegación satisfactoria y disfrutemos de ella. No obstante, eso no nos garantizará que en la travesía nos podamos encontrar con condiciones inesperadas desfavorables, para las cuales debemos tener el barco en el mejor estado posible.

Al llegar las vacaciones, se pasa más tiempo en el barco, hay más roces, se necesitan poner en práctica todas las habilidades aprendidas o que deberían saberse. Es en este punto cuando el barco -la relación de pareja- puede empezar a hacer aguas y debamos volver a puerto, sin saber si nos dará tiempo suficiente o deberemos saltar con el salvavidas.

No es el verano, no es el viaje en sí mismo, es la disposición previa que había en el barco la que puede hacer que naufraguemos o que al volver a puerto -tras un viaje tenso- decidamos no volver a ese barco nunca más.

Una embarcación debe cuidarse todo el año, aunque no vayamos a usarla para navegar hasta dentro de unos meses. Es cierto que hay ocasiones en las que se puede llamar al técnico para que intente repararla después de los desperfectos sufridos, sin embargo es posible que esté tan dañada que lo más recomendable sea llevarla a los astilleros para que la despiecen sin más, debiendo sus inquilinos buscarse otro barco, cada cual por separado.

LA PREGUNTA DEL "MILLÓN": ¿Tú manejas tu barca o te lleva a la orillita?

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Manuel Salgado Fernández

PSICÓLOGO CLÍNICO //  Col. AN-2.455

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