En nuestro archivo se conservan, entre las órdenes de la Aduana, testimonios del paso por el puerto de Cádiz de sustancias y compuestos usados para curar o prevenir enfermedades. En un siglo en el que la ciencia y la técnica empiezan a cambiar la vida de la humanidad, el comercio marítimo entre continentes amplía el escaso arsenal terapéutico con el que se cuenta hasta entonces. El rastro documental que dejan estas órdenes de la Aduana contribuye al conocimiento de la ciencia farmacéutica en el siglo XVIII.