Un monólogo íntimo y descarnado en el que el actor, al borde del abismo, expresa su sensación de desorientación y pérdida, comparándose con una cucaracha cuya vida se le escapa de las manos. Plantea preguntas sobre redención, responsabilidad y esperanza, cuestionando si aún puede enmendar errores y encontrar un camino de salida. A pesar de su frágil estado emocional, comparte sus pensamientos con crudeza sobre la vida y las recaídas, desarrollando sus reflexiones sobre una mesa sucia y fría, vestigio de la noche anterior, que refuerza la sensación de vulnerabilidad y abandono.