SMOG, o «niebla contaminante», proviene de las palabras inglesas smoke (humo) y fog (niebla). Es una forma de contaminación ambiental que afecta al aire: una mezcla de niebla, humo, sustancias tóxicas y partículas en suspensión que reduce la visibilidad y la capacidad de contacto. Como en el efecto mariposa, un accidente, un fenómeno, una niebla espesa o un virus que surge en un lugar remoto impacta en un mundo conectado y, por tanto, nos afecta a todos los individuos.
Perdemos el control de la situación. Sin esperarlo ni desearlo, nos vemos inmersos en consecuencias emocionales y físicas que somos incapaces de prever.
El espacio se estrecha, el movimiento se restringe. El tiempo se deforma; dejamos de decidir sobre él y sobre cómo usarlo. El aislamiento social y la falta de contacto físico se imponen por decreto.
Estas consecuencias, y también sus contrarias —el espacio y el movimiento, la necesidad de dar forma al tiempo y decidir sobre él, la necesidad de tocarnos y de seguir luchando—, son las que dan sentido a SMOG.