Los ciclos son estados por los que un acontecimiento o fenómeno pasa y que se suceden en el mismo orden hasta llegar de nuevo al punto inicial repitiéndose en todas sus fases. La vida está llena de estos ciclos. Por ejemplo, el ciclo del agua, que consiste en el intercambio del agua a través de las diferentes partes de la Tierra; el ciclo del carbono, el nitrógeno o el fósforo. Más ciclos que podemos encontrar en nuestro día a día son el ciclo del sol, el ciclo menstrual, el ciclo de las estaciones o incluso el periodo día/noche que regula nuestro ciclo vigilia/sueño plasmando los ritmos circadianos a través de cambios en la melatonina.
En la alimentación también podemos encontrarnos con ciclos. Hemos acostumbrado a nuestro cuerpo, por ejemplo, a comer 3, 4 o 5 veces al día y, a veces, sin tener hambre, nos encontramos delante de un plato solo porque toca comer. Cuando queremos perder peso empezamos los lunes. El martes y el miércoles lo mantenemos, a mitad de la semana lo vamos abandonamos y el fin de semana tiramos la casa por la ventana porque el nuevo lunes comenzamos de nuevo. Pero el ciclo o círculo vicioso que más daño puede estar haciendo es cuando nos refugiamos en la comida para solucionar emociones o estados que no tienen nada que ver con la comida. Hablo del ciclo del comer emocional.
Este ciclo se produce cuando estamos atravesando un periodo de estrés, ansiedad, soledad, aburrimiento, y buscamos en la comida (o mejor dicho, en los productos) la solución a estos estados. Nuestro cerebro, en principio, y debido a los alimentos que hemos ingerido, libera ciertas sustancias que provocan una sensación de bienestar, muy temporal. Pero tras esta sensación de bienestar, nuestra mente comienza a tener pensamientos de culpa, vergüenza, arrepentimiento, frustración, etc. El problema inicial no se ha solucionado por lo que volvemos a caer en recurrir a la comida para intentar solucionar nuestro estado emocional.
Si queremos cambiar nuestros hábitos, debemos aprender a romper el ciclo de comidas que se realizan a causa de una emoción, y salir del círculo vicioso que día tras día nos hace cometer los mismos errores, manteniendo o agravando el problema emocional. En este caso, el ciclo puede cambiarse.
Dra. Griselda Herrero Martín. Dietista-Nutricionista y Dra. Bioquímica