DESCUBRIENDO AL CANTAOR MANUEL EGEA “EL VARETA”
José Cenizo Jiménez
La historia del flamenco está llena de excelentes cantaores semiprofesionales e incluso no profesionales, aficionados que están dotados, sin embargo, de una fuerte carga emocional o una calidad artística notable. Algunas antologías o programas de radio o televisión han tenido el acierto de incluirlos en su selección. Tras ello, los aficionados, los investigadores y los artistas del flamenco hemos podido conocerlos con no poca alegría porque en algunos casos ha sido un gratísimo descubrimiento. Así ocurrió, por ejemplo, con el programa Rito y geografía del cante de TVE -con el impagable maestro José María Velázquez-Gaztelu como coguionista y entrevistador-, con las antologías de José Manuel Caballero Bonald, José Blas Vega o con Historia del flamenco, de Editorial Tartessos, codirigida por José L. Navarro y Miguel Ropero, dos de mis maestros en la investigación de flamenco y amigos apreciados. En esta última, más reciente, tuvimos ocasión de descubrir, por ejemplo, a Antonio “El Álvarez”, cantaor malagueño de una naturalidad muy apreciable y una rabia jonda digna de difusión, y por eso grandes como Camarón lo apreciaban.
En esa línea creemos que podría estar el cantaor del que voy a hablarles y que descubrí con ocasión de la grabación de una entrevista que me hicieron Miguel Serrano y Manuel Bascón, paisanos de Paradas (Sevilla), para el cuarto programa de la serie Tuescribe Queyolocanto, que puede verse en este enlace de Facebook y de Youtube:
Enlace https://youtu.be/10rQRvoLGjI?si=9Rrd6yigroY9Vyle
La idea de estos programas es que algún escritor del pueblo escriba un texto, habitualmente en verso, idóneo para ser musicado y cantado, adaptación que hacen los mismos que lo organizan si procede o buscan a quien pueda hacerlo. En mi caso, se trataba de coplas o letras flamencas y, claro, buscaron a un cantaor y a un tocaor. En este caso el cantaor, al que no conocía, de Arahal, pueblo vecino donce estudié bachillerato, ha sido Manuel Egea Jiménez “El Vareta”, apodado así porque es carbonero (hay un vídeo de Youtube donde se le ve cogiendo aceitunas -verdeando decimos por esos pagos- y cantando por soleá a palo seco: https://www.facebook.com/watch/?v=478244239683402). No lo confundamos con Enrique Jiménez el Varilla o el Vareta, cantaor de las Tres Mil Viviendas de Sevilla, este sí conocido por la afición. El tocaor elegido fue José María Carrillo Real, nieto del Realito, cantaor flamenco. En sus páginas de Facebook pueden verse algunas pinceladas de guitarra de diferentes fuentes, muestras de su gran afición y buen oficio, además de cantaor él mismo.
Manuel El Vareta nos dice que ha actuado en diversos encuentros como en el Homenaje al cantaor trianero “El Pati” en Arahal en 2015, Semana Cultural de Flamenco de Paradas, espectáculo “Bordón Calé” de Manuel Jesús Carrillo, centros de mayores, etc., compartiendo cartel con cantaores y cantaoras como Pedro El Granaíno, Rancapino, María Terremoto, etc. Suele abordar palos como seguiriya, soleá, saeta, tientos-tangos, bulería, malagueña, petenera, rondeña, fandango o taranto, entre otros. Ocasionalmente, ha escrito alguna letra, como la de esta saeta, dedicado a Curro, un amigo:
Viernes Santo oscurecido
ya va a pasar el Nazareno.
Guardad silencio, cristianos,
que el Señor no viene solo,
viene con Curro el gitano.
Dejo aquí las letras que canta en la entrevista por soleá, de mi autoría (al lado entre paréntesis pongo las variantes que hace al cante, algo habitual y que, normalmente, mejora la letra). En la última alude a Miguel Vargas, del que hablamos buena parte de la entrevista y al que dediqué un libro titulado El cante por derecho:
Me viste sufrir un día
y miraste pa otro lao, (bis y miraste, prima, pa otro lao)
cómo quieres que te quiera
si me has desengañado. (si ya me has desengañao)
Poquito a poco me mata
esta enfermedad que tengo (y esta enfermeá que tengo)
y el alivio que me queda
es ir contando recuerdos. (es contando mis recuerdos)
Difícil es de guardar (Qué difícil es guardar)
una casa con dos puertas (una casita con dos puertas)
y más difícil saber
el engaño por dónde entra.
Pobrecito del que llora
sin que nadie lo consuele, (sin tener quien lo consuele)
con tener que llorar solo
bastante condena tiene.
Que no se ha muerto Miguel,
que vive entre nosotros
como nosotros en él.
He pedido a Alfredo Barrera Cuevas, Doctor en Matemáticas, mi querido amigo, excompañero de labores docentes en mi último instituto, Beatriz de Suabia de Sevilla, que me hiciera un comentario de estos cantes y amablemente aquí dejo sus palabras, para mí sabias desde que lo conocí como grandísimo aficionado. Quedo muy agradecido.
SOBRE LOS CANTES DE MANUEL EGEA “EL VARETA”
Manuel Egea, el Vareta, nos trae unos cantes por soleá con cierto regusto arcaico, debido a su voz y los estilos que interpreta, y la guitarra de José María Carrillo, de corte clásico, se adecúa al modo interpretativo del cante, ofreciéndonos así unas soleares por derecho. Lo hacen con unas letras de José Cenizo que rezuman cante por los cuatro tercios, o por los tres, cuando es el caso. Como me contaba alguna vez el propio autor de las letras, ha comprobado en varias ocasiones, que el cante las mejoraba. Caso especial al que hacía referencia era cuando sus letras se hacían cante en la voz de Calixto Sánchez, ya que las letras de su disco Poesía y Flamenco son autoría de Cenizo. Y no es que discrepe de él, sino que, más allá de su apreciación, creo que la letra escrita para ser cante, cuando gana en acentuación, en ritmo, en pausa, en cadencia, en melodía y en profundidad, es cuando se ennoblece porque ha sido capaz de transformar lo literario en musicalidad. Incluso pasaría con algunas letras que no fueron originalmente creadas para el cante, pero acabaron en la garganta flamenca como si estuvieran predestinadas a ello. Pero no todas las letras consiguen este propósito porque, por un lado, no todo verso octosílabo encaja bien en algún estilo de soleá y, por otro, porque no toda temática, mensaje y forma de expresarlos con palabras son potencial esencia de este cante. Aquí hay cinco letras que nos traen varios aspectos que caracterizan la naturaleza de la soleá. La primera, el desengaño amoroso con cierto aire de rencor. La segunda, la resignación con el símil de la enfermedad con la pena y la exageración de la posible muerte que le acarrea, junto con el recuerdo como alivio. La tercera, la comparación de un hecho personal como el engaño a través de un aspecto físico de una casa con dos puertas. La cuarta, ganadora de un premio en la Unión a finales del siglo pasado, donde aparecen el difícil consuelo del llanto en soledad. La quinta y última, de remate, acordándose de la inmortalidad de Miguel Vargas a través de la trasmigración de las almas.
Podría concluir que se trata de letras con acertadas palabras de sabor flamenco, por la sencillez y su relación con argot más clásico, por el uso del diminutivo en ocasiones, por los tercios acabados en palabra llana mayoritariamente, pero bien conjugados con aquellos en los que la última palabra es aguda o por la acentuación de palabras adecuada en el inicio de cada tercio para coincidir con los acentos del cante. Y es muy probable que todo ello surja de manera natural porque José Cenizo aúna el don de la poesía y el conocimiento flamenco, así seguro que el sentido del cante lo lleva a crear letras adecuadas para ser cantadas y la habilidad con la palabra lo lleva a musicarla en su subconsciente. La letra se ha hecho, se ha cantado y ya es soléa porque…
La letra por soleá,
solo al cantarla se sabe
si es letra pa’ ser cantá.
Fotos: del archivo y página de Facebook de Manuel Egea y José María Carrillo, solos o con diferentes artistas.