Las funciones de nuestro organismo se rigen por ritmos circadianos. La palabra “circadiano” proviene del latín y significa alrededor del día. Es decir, que tenemos un reloj interno encargado de determinar qué ocurre en el cuerpo durante las 24 horas del día, y que además está influenciado por factores externos como la luz del día, el descanso, la actividad física, el trabajo o la comida, entre otros muchos. El reloj central que regula las funciones metabólicas se encuentra en el núcleo supraquiagmático del hipotálamo, cuyas neuronas se guían por la luz solar (gracias a la información que reciben a través del nervio óptico) y que a su vez controlan otros sistemas de regulación localizados en todo el organismo (por ejemplo, en el tejido adiposo). Por tanto, el ciclo sueño/vigilia (noche/día) será el principal factor que determine los ritmos circadianos del organismo. En este sentido, por ejemplo, la melatonina se sintetiza durante la noche, la temperatura corporal es mayor en las horas de vigilia, la vasopresina (inhibe la sensación de sed) aumenta por la noche, etc. Y, ¿cómo se relaciona todo esto con la comida? En los últimos años se han incrementado las investigaciones sobre cómo factores externos pueden estar influyendo en los ritmos circadianos. Así, se ha llegado a la conclusión de que la dieta o los horarios de las comidas pueden alterar los genes que se relacionan con los ritmos circadianos hasta el punto de modificar la función intestinal o el transporte y la absorción de los nutrientes. Existen estudios que muestran que personas que trabajan de noche son más propensas a tener problemas de peso debido a la modificación de dichos ritmos, puesto que se altera el apetito y la síntesis de hormonas relacionadas con el hambre y la saciedad. Por otro lado, algunos estudios parecen apuntar a que comer antes de las 15h o dormir un mínimo de 8 horas podría influir positivamente en la pérdida de peso, dado que el organismo no trabaja igual a una hora que a otra. No obstante, hacen falta más estudios que puedan corroborar estas hipótesis. Lo importante es mantener unos horarios regulares de comidas, descansar bien, estar activos, elegir alimentos de calidad y controlar las cantidades para ayudar a mantener el reloj biológico estable.
Dra. Griselda Herrero
Dietista-Nutricionista (Col. Nº AND-336)