Realizar un cambio de hábitos es muchas cosas menos fácil. Supone modificar muchos aspectos de nuestra vida, aspectos y portcomamientos que tenemos aprendidos desde hace muchos años, quizá desde niños, por lo que lo primero que debemos pensar es que será un camino lleno de esfuerzos. Y quien te diga lo contrario, te está engañando.
Según la RAE (Real Academia Española), CAMBIAR significa “dejar una cosa o situación para tomar otra”, es decir, dejar de hacer lo que hasta ahora era habitual, para empezar a hacer las cosas de otra forma. Es relativamente sencillo (con el esfuerzo que a cada uno le pueda suponer) modificar dos o tres pautas en tu vida (alimentación y ejercicio, por ejemplo) durante un período de tiempo determinado y perder unos cuantos quilos. Lo que no es tan sencillo es ser capaz de instaurar nuevos hábitos, unos hábitos que mantengas para siempre (y no recuperar el peso perdido). ¿Y cómo se logra esto? Y, sobre todo ¿cómo hacer que perdure en el tiempo? Independientemente de que recorras el camino de la mano de un profesional que te acompañe, la clave del éxito será la MOTIVACIÓN. Es decir, qué cosas te llevan a querer cambiar.
¿Para qué quiero alcanzar mi objetivo? Esta es una pregunta muy poderosa y te va a permitir descubrir cuál es tu verdadera motivación por el cambio. Fíjate bien que la pregunta es PARA QUÉ, y no POR QUÉ. Si eres capaz de responderla adecuadamente (“PARA…”), tendrás ante ti las claves para lograr tu objetivo y mantenerlo a largo plazo. Y aunque te parezca una tontería, es el paso más importante en tu camino hacia el cambio de hábitos. Porque sin motivación no hay objetivo, y sin objetivo no hay logro. Una vez tengas clara tu motivación, viene el siguiente paso (no menos importante y complejo): mantenerla. Recuerda que la motivación es tu mejor baza para seguir adelante en tu camino, por lo que debes buscar las estrategias y trucos necesarios para que esté siempre en un nivel alto y tenerla presente constantemente (ponte una foto, una frase o un recordatorio en algún sitio visible que te permita verla con asiduidad). Si tu motivación baja, o bien te olvidas de ella, posiblemente dejes de realizar las acciones que te llevan al cambio, al menos en los primeros meses cuando todavía no tienes instaurados los hábitos ni forman parte de tu rutina diaria de forma inconsciente. Esto requiere de un trabajo personal muy importante, y nadie puede hacerlo por ti (aunque sí pueden ayudarte), pero cuando lo logres, entrarás en un círculo positivo en el que conseguirás pequeños objetivos que harán que te sientas mejor, por lo que te sentirás más motivado/a para seguir adelante y eso hará que cada día te suponga menos esfuerzo.
¡Nadie dijo que cambiar fuera fácil, pero te aseguro que merece la pena!