Imagina a un niño de 10-12 años que entra en un bar a las 10 de la mañana, pide un café, le añade 2-3 sobres de azúcar (21-25 g) y se lo toma. Cuando lo toma, se levanta y pide otro café. Seguramente alguien se le acercaría y le diría que no es bueno tomar café a su edad o incluso se lo prohibirían. En cambio, imagínese ese mismo niño que entra en la misma cafetería y a la misma hora y pide una bebida energética. Lo único que nos extrañaría es, que a esa hora, ese niño debería de estar en el colegio, pero no nos paramos a pensar que está tomando la misma cantidad aproximada de cafeína y de azúcar que cuando ha pedido supuestamente el café. Los refrescos y las bebidas energéticas las tenemos normalizadas, también en la población infantil y adolescente. En cambio, el café lo vemos como una bebida exclusiva para adultos.
Un café (clásico) contiene aproximadamente 100 mg de cafeína, un refresco con cafeína suele contener unos 35-40 mg por lata de 330 ml (y 37 g de azúcar), y una lata de 250 ml de alguna bebida energética contiene alrededor de 80 mg de cafeína (y 27,5 gr de azúcar), es decir, aproximadamente como un café. Además, debemos de tener en cuenta que a veces el formato de alguna de estas bebidas energéticas puede ser de 330 o incluso 500 ml, dato que duplicaría el contenido en cafeína y azúcar además de otros ingredientes de los que mejor ni hablar. Y eso sin tener en cuenta el número de refrescos que se tomen al día.
El alto contenido en azúcar y cafeína de algunas bebidas puede provocar, con mayor incidencia en etapas tempranas, problemas de taquicardia, alteración del sueño, mayor riesgo de padecer sobrepeso u obesidad, problemas dentales u óseos, agitación, excitabilidad, así como afectar a las capacidades cognitivas y al rendimiento académico y escolar.
La publicidad dirigida principalmente a adolescentes a través de estrategias de colaboraciones de deportistas famosos o en el patrocinio de deportes con más adeptos entre los más jóvenes, hace que aumente el interés en su consumo y nos presenten datos alarmantes como que entre un 50 y un 70% de los adolescentes puede consumir estas bebidas de forma habitual.
Esta mencionada y dirigida publicidad ha conseguido que normalicemos el consumo de refrescos y de bebidas energéticas entre los más jóvenes y solo pensemos que su
consumo no debe ser excesivo solo por el contenido en azúcar. Pero, ¿cuánto es un volumen recomendado y cuál es la cantidad que no deberíamos de pasar? La recomendación es evitar la cafeína o las bebidas con cafeína en niños y adolescentes. Y nunca mezclar con alcohol. Esta última recomendación también para los adultos.
Dra. Griselda Herrero
Dietista-nutricionista