Los estudios que se realizan en trastornos de la conducta alimentaria suelen centrarse en los mecanismos fisiológicos que se producen durante el periodo de la enfermedad, pero pocos analizan qué ocurre después con dichos mecanismos.
No todos los trastornos de la conducta alimentaria presentan las mismas alteraciones en los mecanismos de control de hambre-saciedad, ni durante ni después. Por ejemplo, las pacientes que han sufrido anorexia nerviosa (AN) no suelen presentar un aumento del apetito, posiblemente por la pérdida de sensibilidad de los receptores a causa de la restricción calórica. Según el estudio realizado por Pinto, S. et al (2019), una vez que estos pacientes superan la enfermedad, presentan una baja concentración de leptina (hormona que produce sensación de saciedad) frente a valores aumentados de grelina (hormona cuya función es la estimulación del hambre, entre otras).
En cambio, en pacientes que han tenido bulimia nerviosa (BN) es interesante diferenciar entre aquellos que sufren bulimia nerviosa purgativa frente a pacientes con bulimia nerviosa no purgativa, observándose concentraciones de grelina mucho mayores en el primer grupo, lo que podría contribuir a la ingesta compulsiva debido a una mayor sensación de hambre.
A pesar de que la obesidad no es recogida en el DSM5 (Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) como un trastorno de la conducta alimentaria, no podemos obviarla en las alteraciones de los mecanismos del hambre y de la saciedad. De esta forma, las investigaciones realizadas en pacientes con obesidad muestran un incremento en la concentración de leptina, sin que ello conlleve una mayor sensación de saciedad sino todo lo contrario, debido a alteraciones en su trasporte y unión con sus receptores, provocando así una resistencia a la leptina, lo que hace que la sensación de saciedad se vea disminuida.
Como conclusión, se ha observado que las alteraciones fisiológicas en los mecanismos de hambre y saciedad presentes en pacientes con trastornos de la conducta alimentaria no sólo afectan durante el proceso de enfermedad sino que también pueden tener una influencia importante después de esta. Por todo ello es de vital importancia un adecuado abordaje nutricional durante la recuperación, con el objetivo de que los pacientes
aprendan a recuperar la capacidad de identificar sus señales de hambre y saciedad que posiblemente hayan quedado alteradas.
Griselda Herrero Martín Dietista-Nutricionista y Dra. Bioquímica
Pinto S, Martín S, Jáuregui I, Herrero-Martín G. Evaluación de la saciedad en personas que han sufrido trastorno de la conducta alimentaria. Journal of Negative and No Positive Results (2019), 4(8), 806-828.