El estudio Aladino es una iniciativa que se realiza a través de la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) desde 2011 y que consiste en la evaluación de la prevalencia de sobrepeso y obesidad de los escolares de 6 a 9 años en España con el objetivo de evaluar su evolución en el tiempo.
Es un estudio descriptivo transversal de las medidas antropométricas obtenidas por medición directa y de factores asociados obtenidos mediante cuestionarios en una muestra aleatoria de 16.665 escolares de 276 Centros de Educación Primaria, representativa de la población escolar de la edad mencionada.
El Gobierno actual ha lanzado una campaña, tras los datos extraídos de este estudio, con el nombre “pobresidad”. Podemos ver que las familias con rentas inferiores a 18000€ al año tienen unos valores de 47,3% de sobrepeso y obesidad infantil frente al 42% entre las familias que oscilan entre 18000 y 30000€ al año y el 33,7% de las familias son ingresos brutos anuales superiores a 30000€.
¿Es solo un problema de alimentación o influye directamente el entorno social donde se habita? Casi el 20% de las familias con renta baja acude una o más veces a la semana a centros de comida rápida mientras que solo el 10,7% de las familias con rentas altas acuden a estos centros con la misma frecuencia. Además, el 11,5% los niños de familias con rentas inferiores consumen golosinas varias veces al día frente al 3,9% de las familias con rentas superiores.
Podemos comprobar que el tipo de alimentación tiene que ver mucho con estos datos pero, ¿y la práctica de actividad física? El estudio Aladino considera sedentarios a los niños y niñas que dedican más de 3 horas a pantallas, lectura o deberes sacando la conclusión de que 1 de cada 4 niños reúnen estas características (24%).
Otro dato interesante que nos muestra este estudio es la percepción de los progenitores de sus hijos respecto al sobrepeso y la obesidad. 9 de cada 10 progenitores de niños/as con sobrepeso piensa que el peso de su hijo/a es normal y 4 de cada 10 progenitores de niños/as con obesidad piensa que el peso de su hijo/a es normal. Es decir, no detectan que pueda haber problema alguno.
El estudio también nos dice que el 68% de los niños y niñas toma fruta todos o casi todos los días y que el 80,6% desayuna más de un vaso de leche o zumo. ¿Qué está ocurriendo entonces? Posiblemente no se están teniendo en cuenta otra serie de factores que influyen en la forma de alimentarnos. Por ejemplo, no solo la renta es importante, ¿cuántos establecimientos de comida rápida se encuentran en barrios de rentas más altas? Muchos menos que en otros barrios, lo cual hace pensar que la publicidad, los mensajes obesogénicos y la disponibilidad de alimentos es diferente también, y esto tiene un gran impacto sobre los datos de obesidad.
Se debe actuar sobre la alimentación, por mejorar la ingesta de frutas y verduras en todas las comidas principales y mejorar las opciones de desayunos y meriendas. Hay que hacer mucha educación alimentaria por personal cualificado, tanto en escuelas como fuera de ellas. Hay que abrir los ojos e informar a los padres sobre la problemática y cómo prevenirla o resolverla. Hay
que limitar y controlar la publicidad dirigida a niños. Hay que invertir para mejorar la actividad física y reducir las horas de pantallas. Y hay que dejar a los niños/as que coman alimentos saludables en función de su hambre y saciedad.
Y para ello es necesaria e imprescindible la colaboración e implicación de todos. Convirtamos esa Pobresidad en Salubridad.