Seguro que más de una vez te has preguntado por qué un deportista hace tal o cual cosa, al margen del juego. No te será fácil concluir que se trata de una superstición o una manía, con el fin de lograr un mejor rendimiento y resultado, o evitar alguna lesión.
Superstición y manía no son lo mismo, pero antes de diferenciar entre ambas, te presento otro tipo de conducta muy utilizada en el mundo del deporte: las Rutinas, que son comportamientos orientados a focalizar la atención en determinados aspectos de la práctica deportiva, a incrementar o descender el nivel de activación e incluso a mejorar la motivación. Un ejemplo es lo que hace Rafa Nadal al efectuar un saque o cuando resta. Esos movimientos tienen un fin: centrarse en ese punto, olvidando todo lo demás y maximizando su rendimiento.
Después están las supersticiones, que son conductas que buscan tener la suerte buena a favor o alejar la mala suerte. Pueden ser de control total por parte del deportista (p.e. llevar una ropa concreta, como hace Tiger Woods en los partidos importantes con su jersey rojo) o de control externo (p.e. jugar a una hora determinada del día, en lo cual el deportista no puede incidir).
Aunque desde lo racional una superstición no te hace ser mejor deportista, llevarla a cabo sí puede sumarte, ya que por un lado se evitan distracciones si se piensa que no se están ejecutando y, por otro lado, puede generar un plus de confianza, tipo placebo, que es igualmente válido. Todo siempre y cuando tengas claro que los resultados que logres están muy ligados a lo que tú haces, la inversión de tiempo, energía y esfuerzo que realizas.
Siguiendo a Nadal, es lo que hace cuando coloca las botellas en el mismo sitio cerca de su asiento de descanso. Desde la lógica, sabemos que no hay causa-efecto real en su juego, pero aplicando el VAR emocional sí encontraríamos una posible influencia positiva en su rendimiento, porque el deportista “confía ciegamente” en que la correlación existe, más allá de la contingencia.
Las manías van por un camino diferente. Son más invasivas, suelen interferir en la práctica deportiva y, si se agravan, pueden desembocar en un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), lo cual requeriría un tratamiento psicológico.
Entre las manías, puede estar dar dos vueltas a la raqueta justo antes de golpear, no poder pisar las líneas del terreno de juego estando compitiendo, tocar los palos de la portería antes de un córner u otras similares que no hacen sino reducir el rendimiento del deportista o, cuanto menos, ponerlo en riesgo, incluso de sufrir lesiones.
Es del todo imposible que una persona vaya sin supersticiones por el mundo, sea deportista o no, y no sólo porque daría mala suerte, sino porque el ser humano -con una genética orientada a la certidumbre- necesita creer que tiene factores de su lado, con los que llegar a ese control vital total, para tener la sensación de que lo que ocurre es en gran parte por su actuación, minimizando así los factores ajenos a sí mismo.
A propósito, no sólo los deportistas tienen conductas así, puedes fijarte también en los entrenadores, árbitros, directivos, espectadores e incluso periodistas. Todos buscan ser favorecidos.
LA PREGUNTA DEL "MILLÓN": ¿Tienes alguna superstición que creas que se puede confundir con una manía?
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Manuel Salgado Fernández
PSICÓLOGO CLÍNICO // Col. AN-2.455