53 FESTIVAL DE CINE DOCUMENTAL ALCANCES (Retrospectiva Arantxa)
La bailarina americana Kathleen Thielhelm acaba de ser aceptada en una de las compañías más prestigiosas de Europa, el Béjart Ballet Lausanne. Su primera gira con la compañía le da la oportunidad de bailar en la legendaria Ópera de París. Entonces sucede lo inesperado y Kathleen tiene que demostrar su temple.
FICHA TÉCNICA
DIRECCIÓN: ARANTXA AGUIRRE / PRODUCCIÓN: GEMA MARTÍNEZ / GUIÓN: ARANTXA AGUIRRE / PAIS: ESPAÑA / AÑO: 2012 / DURACIÓN: 32 MIN. / FOTOGRAFÍA: CARLOS CARCAS Y JOSÉ LUIS LÓPEZ-LINARES / MONTAJE: VALERIA GENTILE / SONIDO: ERIC MENARD /
ARANTXA AGUIRRE
Este año Alcances dedicará su habitual homenaje y retrospectiva a la cineasta Arantxa Aguirre, que tiene una interesante trayectoria como documentalista. Además de recibir nuestra habitual caracola en la ceremonia de clausura del Festival, se proyectarán algunas de sus películas, centradas en el mundo del arte como ‘Una rosa para Soler’, ‘El esfuerzo y el ánimo’, ‘Dancing Beethoven’, ‘El amor y la muerte’ y ‘Zurbarán y sus doce hijos’.
El cine de Arantxa Aguirre es -permítanme la comparación- como esa exquisita gastronomía que se basa en el producto, en el mercado, en el puerto o en la huerta. La directora no hace experimentos con gaseosa, no es partidaria de dar la nota para que se sepa que hay una directora detrás de las cámaras. Es silenciosa, no quiere que el espectador perciba que está ahí. Su lenguaje cinematográfico no pretende inventar o reinventar a Godard, ni buscar nuevas narrativas o formas diferentes del lenguaje. Es austera, sutil, comedida, profunda y, a la vez, etérea. Nunca se pierde, sabe que todo está, de alguna manera, al servicio del espectador, del lector, del que desea, más que nada, que le cuenten una historia. Ya se evaporaron los tiempos en los que el cine documental era descriptivo, Arantxa conoce muy bien el lenguaje cinematográfico, no hay nada sin relato, sin historia, sin cuento. Y en el cine de lo real, el género que bebe en estos tiempos de todos los géneros, con mayor motivo.
Recuerdo sus inicios como directora, con Hécuba (2006), Geraldine en España (2007) y un cortometraje documental sobre la figura del cineasta navarro Montxo Armendáriz (Montxo Armendáriz, 2009); pero, sobre todo, El esfuerzo y el ánimo (2009), quizás y, por supuesto, para mí, su obra con la que nos puso tras la pista. Ahí se percibe su tremendo amor por la danza, su conocimiento del ballet de Maurice Béjart y muy especialmente la presentación de sus credenciales como directora. Describe con la humildad y el conocimiento el gran duelo entre arte y artista, entre una compañía de ballet y los intereses de mercado, entre el respeto y la fidelidad de un genio y la libertad de creación de quien toma el relevo. No daba crédito a ese hermoso lenguaje de la cineasta, a la enorme exigencia en favor del lenguaje fílmico y ese difícil camino hacia la sencillez para entregarlo al espectador, a la espectadora. A sus depositarios.
Después vendrían más trabajos, La gira por China (2013) una curiosa mirada al país imperial de Asia a través del ballet que también conoce, con detalles de humor pensando en Mao y en el cambio estructural gigantesco que dio China y que en estos momentos parece ya imparable. En el cine de Arantxa el espectador percibirá la cadencia y el estilo de su montaje, pareciera una partitura, un ritmo que dulcemente va llevando la historia a través de un ritmo curioso y muy medido. Sus películas no duran demasiado, tiene Arantxa metido el metraje del cine y la esencia de este lenguaje en el tuétano de su carácter. No olvidemos de donde viene esta mujer, esta cineasta, hija del director Javier Aguirre y de la actriz Enriqueta Carballeira, historia viva de un cine español de muchos quilates y por si fuera poco su código de sangre, Arantxa Aguirre ha trabajado con Basilio Martín Patino, probablemente el gran pionero y referente del cine español, con Mario Camus en una de las grandes adaptaciones literarias del cine español, La forja de un rebelde (Arturo Barea), quizás una de las producciones más injustamente olvidadas de nuestro cine. Sí, también con Luis García Berlanga, con Pedro Almodóvar y con Carlos Saura. Cuando Arantxa Aguirre, que mide muy bien su camino, decide dar el paso a la dirección lo sabe todo del cine, sus padres, sus maestros y hasta el padre de sus hijos, José Antonio López Linares, con quien debate sobre producción, guión, montaje y rodaje hasta encontrar soluciones y alternativas.
Cada nueva película de Arantxa Aguirre propone y muestra fidelidad en la evolución de su lenguaje cinematográfico. En Una rosa para Soler (2015) cuenta con la pianista Rosa Torres-Pardo, con la Compañía Nacional de Danza, con la bailarina Lucía Lacarra y con la cantaora Rocío Márquez para transmitirnos en clave poética e histórica la poética del olvido, la falta de memoria de este país que ha olvidado a uno de los músicos más prolíficos y ricos de nuestra historia, Antonio Soler (1750). En El amor y la muerte. Historia de Enrique Granados (2018) incorpora la animación, mapas, planos y una recreación de cómo el gran músico catalán del siglo XX aportó estilo y espíritu a la historia de la música española y que falleció junto a su esposa en la travesía del Canal de La Mancha, el transbordador en el que viajaban fue bombardeado por un submarino alemán y en la película de Arantxa ese final es casi el cierre de una opereta romántica, abrazados en el agua, el músico y su esposa fueron hundiéndose, desapareciendo, y siguen ahí, en el fondo de las aguas. Gran historia, dramática, trágica y hermosa, muy hermosa película. Un final romántico en el mismo instante en el que el público estaba reconociendo la belleza de sus composiciones.
Se sabía que el reconocimiento de Arantxa Aguirre no se haría esperar mucho y así fue, hasta siete candidaturas coleccionó en 2018 su bellísima película Dancing Beethoven (2016), una sofisticada Novena Sinfonía de Beethoven por parte del Béjart Ballet de Lausana y el Ballet de Tokio, acompañados por la Orquesta Filarmónica de Israel, dirigida por Zubin Mehta y en manos de esta directora se convierte en una propuesta cinematográfica donde decenas de artistas de todos los países trabajan, se esfuerzan y proponen que el mundo podría ser de otra manera si creyéramos más en los sueños y en la cultura, en la música, en el teatro, en el baile y en el cine más que en los enredos falsos de una cotidianidad que algunos se empeñan en que esa sea nuestra realidad diaria.