El último año de Gustavo Dudamel ha sido frenético. En primavera se conocía su nombramiento como director musical de la Filarmónica de Nueva York, la más antigua de EEUU. El cargo -que ocuparon Toscanini o Bernstein- lo asumirá en 2026, cuando concluya su mandato en Los Ángeles. Ahora, el venezolano (1981), todo energía, carisma, pasión y dinamismo, vuelve a subirse al podio de uno de los conjuntos más prestigiosos del mundo, la Filarmónica de Berlín, con la cual ya ha girado por Europa. Interpretarán la Sexta de Mahler. Conocida como la Trágica, nadie diría que la compuso en el momento más próspero de su vida (1903). Esta sinfonía angustiosa, pesimista y combativa parece presagiar las desgracias que vendrían. Al año siguiente, murió su hija mayor, María, mientras que a él le despidió la Ópera de Viena
y le diagnosticaron la enfermedad de corazón que se lo llevaría por delante. Aun así, se trata de una obra bellísima, no solo por su enorme despliegue de medios y por lo extremo de sus sonoridades, sino por su carácter personal. El primer movimiento contiene una melodía en homenaje a su mujer, el tema de Alma. En el tercer movimiento, representó los juegos de sus hijas en la arena.