Con Enrique Irazoqui y Susanna Pasolini. La mejor adaptación nunca hecha de un texto bíblico, en manos de un director ateo que quiere representar a Cristo hombre y revolucionario. El guión es estrictamente fiel, y el imaginario mezcla el rigor románico con la tradición austera del Mediterráneo. Interpretada por gente humilde, es un poema severo y glorioso como la música de Bach. La cinta obtuvo el premio especial del jurado en el Festival de Venecia.