El paisaje fílmico
José Luis Guerin nos presenta la idea de EL PARAÍSO PERDIDO.
El título explicita un vínculo con la naturaleza y la pintura impresionista, un tema que, 23 años atrás, su director, Jean Renoir, ya había tratado en la esplendorosa Una partida de campo (1936). Con un tono jocoso, proyecta una mirada sarcástica sobre una idea artificial de la ciencia que enfrenta a los placeres silvestres y a la sensualidad de la naturaleza. Para la ocasión, el cineasta regresa a la casa familiar donde vivió su infancia y su primera juventud, la casa-estudio que el pintor Auguste Renoir poseía en la Provenza, concretamente en Cagnes-sur-Mer. Allí rueda casi íntegramente la película, consciente de que cada árbol filmado había sido antes observado y pintado por su padre, que trabajaba en ese mismo jardín.
Jean Renoir, 1959, Francia. VOSE