¡La vieja Kodak Instamátic!, todavía conservo mi primera cámara. Recuerdo cuando fui a comprarla con mi padre, a Foto Alvi, el día de reyes, a mis once años. Me gustaba mirar a través de la ventana cuadrada (la cámara te aislaba del mundo y a la vez creabas el tuyo), y además, las fotos contaban historias sin tartamudear. De esa manera me convertí en el fotógrafo no oficial de la familia, para las oficiales ya estaban Manolo y Antonio el fotógrafo. Muchos años más tarde, alentado y acompañado por Juani, mi primera novia, asistí a un curso de iniciación en el Club Fotográfico 76. Como todas las personas que se meten en un cuarto oscuro, quedé cautivado por la magia del proceso, y así, de esa manera, la bombilla roja dió luz verde a la pasión que me ilumina todavía.
«Granada en 1936. Asesinato de Federico García Lorca» de Ian Gibson.
Su lectura llevó a interesarme por la obra de Federico, y está, impresionado por su genialidad, a comenzar un viaje, ya que vivía en Granada, perdiéndome por los paisajes que conformaron la personalidad del poeta siendo niño. Así, cada fin de semana, con la cámara, «Libro de Poemas» y un bocata en la mochila, recorría la Vega de Granada, entre Fuente Vaqueros y Valderrubio (antigua Asquerosa), en busca de dar imágenes a las sensaciones que me producía la lectura de aquel primer libro suyo de poemas.