Después de encarnar con éxito a Frankenstein, Boris Karloff se puso en la piel de un antiguo sacerdote egipcio, Imhotep, enterrado vivo por haber amado a la princesa Anck-es-en-Amon, a la que trata de resucitar utilizando a una pareja de arqueólogos, Frank y Helen, extraordinariamente parecida a la princesa. No sólo se trata de una de las películas fundamentales de Universal Pictures y de una obra maestra de Karl Freund, director de fotografía de las muchas de las películas Fritz Lang, Tod Browning o F. W. Murnau, sino del inicio de una larga nómina de películas en torno a la figura de la momia.