En el casco antiguo de Tánger viven dos jóvenes mujeres de Casablanca, Badia e Imane, entre un ejército de obreros que residen en la ciudad. Durante el día, trabajan pelando camarones en un almacén impecable y, de noche, trabajan la calle, al tiempo que se sacan algo de dinero extra trapicheando con aparatos que roban de sus clientes nocturnos. Fuera de Tánger se encuentra la llamada ¿Zona Franca¿, un símbolo de la subcontratación del mundo globalizado, una especie de Europa en suelo marroquí: próxima, tangible y, sin embargo, únicamente accesible para aquéllos con permiso de trabajo. Una noche, Badia e Imane conocen a dos chicas, Asma y Nawal, que se encuentran en una mejor posición ya que trabajan en la Zona Franca, la cual Badia ve como un trampolín hacia un mundo más material.