TEATRO ORIENTE
MORON DE LA FRONTERA
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Los filósofos presocráticos entendían Arjé como el fundamento, el principio a partir del cual se creaba todo lo demás. Para unos era el agua, para otros la razón o lo indefinido. Ninguno habló de la mujer como Arjé, cuando de la mujer deriva el universo que hay fuera de ella y también el que contiene dentro. En su propio ciclo una mujer puede ser delicada, devastadora, poderosa y frágil. Como el agua, la razón o lo indefinido. En cada mujer convergen fuerzas opuestas en un prisma que le confiere el poder ser todos los arquetipos a la vez y aun así nunca deja de ser fiel a sí misma. Al igual que el movimiento perpetuo de las olas del mar, las fuerzas de la mujer nunca hallan un último umbral.