La realidad es que todas las personas, usuarios o no de la red de redes, dejan una huella digital de todo lo que hacen. Incluso en actividades que se realizan fuera del universo de Internet, siempre y cuando alguien se tome la molestia de registrarlo de forma informática. Ahora bien, esas huellas digitales se pueden procesar para conocer aquello que interesa, se usa, se pide o se compra. De este modo, los propietarios de la información recabada pueden predecir, con una fiabilidad asombrosa, determinados comportamientos e influir sobre ellos.