Si el siglo XX se caracterizó por el conflicto entre capital y trabajo -marcado también en los últimos años por la emergencia de la reivindicación feminista-, el cambio climático y el escenario de colapso ambiental son el conflicto definitivo del siglo XXI. Nos encontramos en un escenario donde la crisis climática lo alcanza todo; lo agrava todo.
Éste pasa a ser el principal reto de la humanidad. Pero la falta de gobernanza global nos lleva a un escenario de impotencia, incapaz de traducir la responsabilidad moral en propuesta de acción política.