Aunque TODOS los animales deberían respetarse y protegerse por una cuestión de ética, la realidad de nuestra sociedad nos muestra que esto no es así. Hoy día, cuando hablamos del vínculo humano-animal y del sentimiento de empatía hacia individuos de otras especies, y que no todas las personas son capaces de desarrollar, lo cierto es que en la mayoría de casos la referencia es a animales domésticos, y podría decirse que casi exclusiva a perros y gatos, esas especies que conviven con nosotros casi a diario. La situación varía bastante cuando se trata por ejemplo de una gallina, una oveja o incluso un caballo; entonces, si ya en estos casos las relaciones son complicadas, ¿qué pasa con los animales salvajes? Es difícil que algunas personas lleguen a sentirse conmovidas o preocupadas por otras especies que “nos quedan más lejos”; como un oso, en un circo, un dragón de Komodo en el zoo, o un delfín en un delfinario. Y mucho más complicado resulta aún que estas personas sean capaces de ponerse en el lugar de estos animales e imaginar cuánto pueden llegar a sufrir por nuestras acciones. Por eso hoy queremos hablar de los animales salvajes en general, de su relación con los humanos, de su situación mundial y de las implicaciones que la cautividad en todos ámbitos tiene para ellos y, en consecuencia, también para la sociedad. Por un lado, apartados de su hábitat natural, forzados a vivir en aislamiento, o en grupos artificiales, con dietas alimenticias muy diferentes a la suyas, repletas de complementos que intentan poner remedio a todas sus carencias nutricionales, privados de libertad, y de cualquier tipo de estímulo que pueda contribuir a satisfacer sus complejas necesidades. Estos animales sufren altos niveles de estrés que derivan en el deterioro de su salud, en reacciones de agresividad y ataque hacia los cuidadores, o incluso en su muerte. Para que todos estos animales puedan tener una vida digna, es necesario generar este vínculo, potenciarlo, o desempolvarlo, dando a conocer la verdad sobre estos animales, sobre cómo son sus vidas, qué implica para ellos nuestro “divertimiento”, y llevar así a la sociedad a la reflexión, a la concienciación, y a plantearse si realmente es algo que nos corresponda decidir a nosotros.