Todo retrato -si no es destruido antes- sobrevive al retratado. Esta supervivencia del arte, de la materia frente a la carne, ha permitido a los humanos proyectar la visión de su cuerpo (y alma) más allá de la muerte. Decidir el futuro (o suplicarlo) en una imagen.
A cargo de Miquel del Pozo, arquitecto, divulgador de arte y profesor colaborador en la Fundación Amigos del Museo Nacional del Prado.