La primera fase del complejo proceso de conservación-restauración de un bien cultural es su estudio previo y el diagnóstico de sus patologías, para lo que se emplean diversos métodos de examen y análisis. Tras la búsqueda de documentación llegan la identificación y registro de la pieza en una ficha personalizada, donde se incorporarán todos sus datos recopilados y la información derivada de la intervención. A continuación, un examen físico recopila aspectos como medidas, materiales y método de fabricación del objeto, así como los deterioros que presenta.