El hecho de que las ciudades hayan sido diseñadas por y para las personas hace al ciudadano receloso de la presencia de otras especies. En la mente urbanita, el orden es que los animales estén en el campo y las personas en la ciudad, sin embargo, en un mundo al que nosotros mismos sometemos a constantes cambios, la naturaleza se adapta y muchas especies se adentran en las ciudades en busca de nuevas oportunidades. De la misma manera, nuestras acciones expulsan a otras tantas, que no consiguen adaptarse a nuestro ritmo.
Las más llamativas de las especies con las que convivimos son las aves, animales con los que compartimos el día a día y que sin embargo la mayoría de ciudadanos pasa por alto, desconoce o incluso desprecia. Las aves son indicativas de la calidad de vida del medio ambiente que habitamos y tienen además un importante papel en el bienestar de los ciudadanos. Hasta el punto de que algunos países ya incluyen la variedad y cantidad de aves de un lugar en el índice de calidad de vida. En la ciudad de Sevilla tenemos una biodiversidad que envidian en el resto de Europa, lo que significa, además, que tenemos una gran responsabilidad de cara a respetar y conservar.
Uno de retos que afrontamos este siglo es conseguir la convivencia sin conflictos entre animales y vecinos, lo que se consigue con educación, conocimiento y la voluntad de conseguir ciudades cuyo diseño tenga en cuenta a la fauna que la habita.