Charla con Marta Jiménez, Analía Iglesias y Rocío Carmona .
Según datos del INE la mayoría de los españoles dispone de su primer smartphone entre los 11 años (42,2%) y los 12 años (69,5%). Estos dispositivos facilitan un acceso inmediato a un universo de contenidos de todo tipo, también los sexuales y pornográficos, muchos de ellos disponibles de forma libre y gratuita en la Red.
Sin duda el libre acceso al porno, que no es una mera posibilidad sino que los jóvenes aprovechan de forma efectiva, está introduciendo cambios en su manera de representarse sentimientos y sexualidad y también en las formas de relacionarse entre ellos.
Por una parte, se sustituye las orientaciones que pueden proporcionar padres o especialistas por consultas a Google a una edad y con un nivel de formación con los que no se suele tener criterio formado para distinguir la información adecuada y de calidad. Además, se accede frecuentemente a contenidos que dan una imagen distorsionada del sexo y que enquistan estereotipos de género y prácticas sexuales violentas no consentidas.
¿Es un problema solo de niños y adolescentes o también tiene repercusiones entre adultos?
¿Debemos y podemos limitar o combatir los efectos perniciosos?
¿Hay porno bueno y porno malo? ¿Puede hablarse de un porno feminista?