La razón que ha impulsado a José Moreno Arenas a escribir Federico, en carne viva es la de acercarse al ser humano que hay en Federico, para lo cual habría que desvestirlo de todas las capas “míticas” que se le han añadido a través de los años.
Dos objetivos: reivindicar la obra surrealista de García Lorca y desenmarañar la madeja de su postrera relación sentimental con Juan Ramírez de Lucas (el rubio de Albacete). Ambos motivos, a su vez, quedan reforzados con otros: gritar a viva voz cuáles eran sus verdaderas pretensiones creativas, clarificar las razones de su no salida de España ante el inminente conflicto, concretar su relación con Granada y profundizar en su teatro “bajo la arena” como proyección de su propia existencia.