En el complejo mundo de las relaciones entre humanos y el resto de los animales, sin duda podremos encontrar más preguntas que respuestas. La forma en que nos relacionamos con las distintas especies animales es tan diversa como las diversas formas que adopta la vida animal y tan variable como el número de individuos que compartimos este mundo con ellas.
Sin embargo, si se pueden distinguir patrones de conducta que se pueden extrapolar a determinadas sociedades, grupos culturales, edades o sexo sobre su relación con determinados grupos animales o incluso a determinados individuos de la misma especie animal según el status que le concedemos en relación con nuestros círculos de compasión y empatía.
Estas distintas formas de entender nuestra relación con los animales puede evolucionar a lo largo de nuestra vida, convertirse en verdaderos vínculos de amistad o parentesco y en el otro extremo en una inevitable aversión hacia determinados animales.
¿Qué hay de aprendido o innato en estos comportamientos? ¿Cómo influye la psicología o la neurofisiología? ¿Es una cuestión de hormonas y de neurotransmisores afectando a nuestras emociones? ¿o es algo que evolutivamente heredamos y expresamos con la ayuda del entorno? ¿Es algo cultural? Esta claro que evoluciona con la moral y las necesidades humanas.
Lo cierto es que el resultado final de la interacción entre los posibles factores que influyen en estas relaciones, es la distinta categorización en la que incluimos a los diferentes animales, desde los que tratamos como mascotas hasta los que explotamos sin pudor justificándonos en argumentos muchas veces vacuos pero fuertemente arraigados.
La antrozoología es una disciplina reciente que estudia los distintos aspectos de nuestra interacción con los demás animales. Intenta dar respuesta al origen de estas relaciones y analiza la verdadera naturaleza de algunas creencias que se dan por sentado sobre las bondades o perjuicios de algunas de ellas.