Tiene 28 años y desde los 14 juega en la élite. Ricky Rubio, uno de los mejores jugadores en la historia del baloncesto español, fue desde su infancia un talento sin igual. Un niño prodigio que creció a la velocidad de un adulto, y aprendió rápidamente a valorar. Tras haberlo ganado todo en Europa dio el salto a la NBA, donde ha tenido que lidiar con la fugacidad del éxito y también con la crudeza de los fracasos.
El punto de inflexión en su vida llegó en 2012, cuando a su madre le diagnosticaron un cáncer de pulmón. En una de sus últimas conversaciones, Ricky le prometió que haría todo lo posible para ayudar a los demás. Y hoy está cumpliendo esa promesa a través de su Fundación.