XIX BIENAL DE FOTOGRAFÍA DE CÓRDOBA: ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS
Por Joan Fontcuberta.
La fotografía se inició en el misterio de una alquimia fundacional y ha terminado en otra magia actual, la de los algoritmos. Al principio la fotografía se hacía con la luz y hoy se hace con la computación y los datos. Cuando la cámara y el ojo son remplazados en la centralidad de la cultura visual por las redes neuronales y la Inteligencia Artificial, cabe replantearse el papel de las imágenes que hasta ahora han contribuido a formatear nuestra sensibilidad.
Para la fotografía la IA implica un cambio revolucionario de régimen visual que podemos afrontar con miedo o con entusiasmo. El problema no es que la actual hornada de imágenes de apariencia fotográfica generadas por algoritmos se confundan con las fotografías auténticas que ven con ello menguada su credibilidad como documento. El problema es, en cambio, que hasta ahora hemos estado haciendo del valor probatorio de la fotografía un acto de fe. Instalados tanto tiempo en la inopia, lo que hace en ese aspecto la IA es quitarnos la venda de los ojos y confrontarnos pedagógicamente con nuestra propia ingenuidad. Desde esa perspectiva, la IA nos libera de prejuicios y nos abre un espacio de creatividad en el que el límite es nuestra propia imaginación.