En junio de 1891, Jeannette Thurber, la presidenta del Conservatorio Nacional de Música en Nueva York, invitó a Dvorak a ejercer el puesto de director artístico y profesor de composición en su institución de enseñanza musical. Thurber pretendía importar a Estados Unidos la manera en la que Dvorak había desarrollado el nacionalismo musical en su país de origen. Para ello, durante los tres años que duró su periplo norteamericano, el checo se empapó del folclore literario y sonoro, tanto nativo como afro y tradicional. Esas influencias se dejan sentir en su primera obra escrita en el "Nuevo Mundo": la Sinfonía nº 9, en la que también homenajea la Novena de Beethoven.