La historia compositiva de la Sinfonía nº 9 de Bruckner puede llegar a ser un rompecabezas. Comenzó a escribirla con 63 años, pero su trabajo fue interrumpido en varias ocasiones hasta que la enfermedad y la muerte impidieron que terminase el último movimiento. Quizás esta tortuosa crónica creativa fue la responsable de las múltiples versiones que se han conocido de la obra, así como de los diversos intentos de reconstrucción del Finale. En cualquier caso, esta Novena fue, de forma consciente, la obra testamentaria del austríaco. Por eso, Bruckner incluyó múltiples citas de sus composiciones anteriores.