PRIMAVERA BARROCA.
A cargo de Benito Navarrete Prieto. El Barroco es uno de los periodos en los que las corrientes foráneas jugaron un papel fundamental en la difusión de las formas y los estilos. Los artistas se apoyaron de la producción ajena para solventar sus composiciones intentando que este proceso de aprendizaje o de formación sirviera para alzarse con la “originalidad”. Lo que no es tradición es plagio, es lo que podríamos justificar en este proceso de “disimulación” o de trabajo que tiene como finalidad la construcción de un ideario formal. Este proceso se produce en el barroco andaluz fundamentando la construcción de las imágenes con el uso y abuso de las estampas flamencas o italianas, justificando también un lenguaje personal en los diferentes artistas. Estudiar el ideario de Zurbarán, Cano, Murillo o incluso de Martínez Montañés estudiando no solo sus fuentes sino su proceso creativo, es una de las tareas más fascinantes para un historiador del arte. No solo por intentar desvelar la procedencia de sus composiciones sino para aprender a entender sus mecanismos mentales, y por tanto, su capacidad de pensar, elegir y en última instancia de crear.