Jean Genet
La obra transita zonas de humor, de deseo, de acidez, de reflexión, de cotidianidad y hasta de ternura. La celda se convierte en una imagen cargada de libertad negada, de reconocimiento negado: un espejo de un tejido social opresivo y excluyente.
Tres jóvenes delincuentes homosexuales encarcelados en una misma celda. Uno de ellos a la espera del dictado de su sentencia de muerte por asesinato. Otro, encarcelado por robo, próximo a quedar libre en unos días. El tercero, también en prisión por robo a quien restan treinta días de condena. Junto con la sexualidad, presente y prohibida, latente entre ellos y reprimida, se instala en el devenir de la celda una violencia sorda, casi disimulada, manipulada que desembocará en un nuevo asesinato.