El tierno recuerdo de Platero, el burrito (los burritos) de Juan Ramón Jiménez, que traspasó las fronteras del mundo viajando gracias a sus hermosos versos, se grabó en muchos de nosotros y se convirtió en imagen de dulzura ¿Quién podría hacer daño a un ser tan adorable? Como contrapartida a un trato tan exquisito por parte de su dueño, muchos burros y mulos en el mundo han sido y siguen siendo protagonistas de las más tristes vidas. Cómo animales de carga o de tracción han sido explotados hasta el límite de sus fuerzas, cuando no objeto del maltrato o la indiferencia. En muchas partes del mundo siguen cubriendo este papel pero en países como España, del trabajo en las tareas de transporte de mercancías o en la agricultura, ahora mecanizado, han pasado a cumplir tareas a veces igual de pesadas y extenuantes como el paseo de turistas o el reclamo fotográfico en condiciones que dañan su salud y su dignidad. No sólo burros y mulos sufren la poca consideración de los que los explotan. Los caballos también han tenido que padecer las condiciones impuestas por el capricho de propietarios, no solo por las condiciones de estabulación sino también por el abandono cuando la economía da al traste con el mantenimiento de un “juguete” tan caro de mantener. Muchos caballos han ido al matadero por el abandono de sus irresponsables propietarios. No hace falta explicar el destino que muchos reciben cuando acaban en las plazas de toros. El abuso sobre todos estos equinos se pone especialmente de manifiesto en eventos populares como las romerías y ferias, donde el animal es tratado con enorme irresponsabilidad por muchos de sus arrendatarios, con resultados de caballos que colapsan por el esfuerzo, la falta de agua y descanso, o son gravemente heridos por la ineptitud de los caballeros y carreteros.