De Natalia Ginzburg.
Asistimos a la historia, contada en primera persona, de una joven que, encerrada en un futuro ya definido, ya hecho, intenta seguir los pasos de su pasado en busca de un sentido que, en cada esquina, parece escabullirse de sus manos. De ahí que, en las primeras líneas de la presentación de la propia Ginzburg, leamos que «lo que aún está vivo en esta historia, y como es lógico en esa mujer, es precisamente la oscuridad, la confusión y el enredo». ¿Sería posible encontrar algo de luz, siquiera fingida, reflejada, que permitiera dar cuenta de lo pasado como de algo que tiene sentido?