FESTIVAL DE LA GUITARRA DE CÓRDOBA 2017
Imparte José Mª Gallardo
La guitarra ha encontrado en sus intérpretes una fuente constante para llenar su repertorio a lo largo de la historia. Es a partir del Siglo XX donde se produce una evolución decisiva para el desarrollo de la Guitarra Española. Por un lado, en la llamada guitarra clásica, compositores no guitarristas comienzan a escribir música (no siempre original, muchas veces compatible) para un instrumento relativamente desconocido y casi excluido de los tratados de composición.
Es gracias a figuras como Andrés Segovia, Regino Sainz de la Maza, Narciso Yepes, John Williams, Julian Bream, etc., cuando estos compositores comienzan a descubrir un instrumento con grandes posibilidades para la creación. Esto supone un antes y un después en la historia del instrumento ya que hasta la fecha, con contadas excepciones, era siempre el guitarrista el que escribía para su instrumento. De tal modo que en este género ha prevalecido con más fuerza el intérprete que el compositor/guitarrista de antaño, aunque hay concertistas que tienen la necesidad de expresar su propio lenguaje, como entre otros, sería mi caso.
Por otro lado, y me refiero ahora a la guitarra flamenca, vive también en este mismo siglo una revolución importante: el guitarrista tiene la “obligación” de firmar su repertorio. Por poner un caso por todos conocido, Sabicas pasa el testigo a Paco para que toque sus propios temas, y así encontrar su sitio ( !y qué sitio, Dios mío!) en el mundo del flamenco. Pero aquí nos encontramos con un dilema importante. La gran mayoría de los guitarristas flamencos nunca han tenido acceso a nada que no fuera su intuición, talento y, por qué no decirlo, copia de otros músicos no necesariamente flamencos. De hecho, gracias a este “mestizaje de influencias” la guitarra flamenca ha conseguido llegar a cotas espectaculares de complejidad técnica.
Pero al no existir una base musical que nutra el discurso creativo, esto hace que no siempre estén a la altura el intérprete y el compositor, ya que todo lo que ha evolucionado el primero no ha podido encontrarlo el segundo porque no lo ha estudiado ni ha recibido la formación adecuada. Por lo que si no se trata de artistas con un talento soberbio y especialmente dotados, el guitarrista, especialmente en el flamenco, sufre y se desgasta en ese buscar farsetas y “coserlas” unas a otras, muchas veces, quizás demasiadas, con un resultado carente de mensaje, ya que para comunicar es necesario saber expresarse. Quiero con este curso, primero, hermanar a ambos estilos en la conciencia de que somos todos herederos de este gran instrumento que es la Guitarra Española y, segundo, compartir mi experien-cia en el clásico y en el flamenco, a través de consejos, orientaciones, ideas, y sobre todo ofrecer ayudas y herramientas para que la creación no sea sólo una cuestión de inspiración, sino también de trabajo, técnica, constancia y recursos. Estoy seguro que todos vamos a aprender los unos de los otros y vamos a disfrutar de este encuentro.