El bombardeo de estímulos característico del estilo de vida contemporáneo occidental provoca un efecto de “dispersión cognitiva” que está produciendo efectos muy perjudiciales en la salud, en las relaciones familiares y sociales, en la educación y en el mundo laboral. La superficialidad, la falta de disciplina, la incapacidad de manejar la frustración, el aumento de los accidentes laborales, la falta de motivación e iniciativa en el trabajo, el fracaso escolar, etc. son algunas de sus consecuencias.
Mindfulness o Atención Plena es la herramienta que mejor está funcionando para paliar estas dificultades y trastornos consecuencia de nuestro estilo de vida. Mindfulness es un anglicismo que hace referencia a la palabra “Vipassana”, del Pali, la lengua de Budha. Vipassana se traduce como “visión superior” haciendo referencia a la perspectiva metacognitiva que se entrena con Mindfulness.
El cultivo de la Atención Plena o Mindfulness se caracteriza por el ejercicio de dos habilidades psicológicas importantes: vivir en el momento presente y estar abierto a las circunstancias cambiantes tanto internas como externas.
En la construcción de los procesos atencionales hay dos integraciones somato-psíquicas sucesivas. En la primera se trata de ajustar el movimiento del cuerpo al espacio-tiempo convencional utilizando la capacidad de representar los objetos en la mente. El objetivo es la presencia plena. En la segunda se trata de ser consciente de las sensaciones viscerales y propioceptivas, así como de comprender la propia mente y la ajena, y adaptarse a un entorno en continuo cambio. En ésta, el énfasis se pone en lo que se está sintiendo mientras se realiza la acción, más que en el resultado de la misma, y en cómo mantener el nivel y la amplitud de la vigilancia con el menor gasto energético. En otras palabras, mantener un estado de tranquilidad, claridad, flexibilidad y eficacia del proceso cuerpo-mente.