Muestra del reencuentro del pintor granadino con su ciudad tras su vuelta del exilio. Esta exposición recoge la experiencia del artista tras volver de París en agosto de 1958 a la Granada de su infancia y adolescencia.
En un renovado contacto con el paisaje y la cultura de la ciudad, que Ortiz calificó de «puro idilio», decidió emprender una serie artística que llamó Albaicines y que se extendería de manera fecunda hasta los primeros años de 1970. Esta exposición, comisariada José Javier Gómez Jiménez y David Martín López, se enmarca dentro de la conmemoración del Centenario del Concurso Nacional de Cante Jondo celebrado en Granada en 1922.
Albaicines recoge un amplio número de obras concebidas en distintos soportes y técnicas. Manteniendo una mirada hacia lo natural y con el uso de panorámicas amplias y distintos enfoques lumínicos, Ortiz retrató el barrio a través de un dinámico entramado de estructuras geométricas. El resultado es una suerte de imágenes de potente gráfica vanguardista, donde construye una nueva tridimensionalidad, a la vez que son una idea emotiva y lírica cargadas de poética personal.
La multiplicidad de Albaicines nos transmite un fundamento esencial: la obsesión y el deseo de Ortiz por ahondar y descubrir nuevos parámetros estéticos.