Sevilla cierra los actos del 800 aniversario del nacimiento de Alfonso X con una exposición en el Espacio Santa Clara enfocada en la relación del rey con la ciudad y su legado.
El rey Alfonso X consideraba a Sevilla como “una de las nobles e de las mejores ciudades del mundo” y, durante su reinado, sentó las bases y los cimientos de la ciudad actual. Ahora, 770 años después de su proclamación como rey, la exposición Alfonso X y Sevilla, que permanecerá abierta al público hasta el 22 de enero de 2023 en el Espacio Santa Clara, repasa la especial vinculación que tuvo el monarca con esta ciudad, así como su legado.
La muestra recoge un total de 66 piezas entre las que destacan el ataúd de Fernando III o uno de los tomos de la Biblia de Pedro de Pamplona que perteneció al monarca.
Asimismo, por primera vez, se exponen unos pequeños sellos de cera, protegidos por papel, de varias de las numerosas villas que pertenecían a Sevilla, como Alcalá de Guadaíra, Aroche, Constantina, Aznalcázar, Cazalla de la Sierra o Cumbres de San Bartolomé del Puerto.
No obstante, atendiendo a su valor histórico, destaca la completa colección de privilegios otorgados por Alfonso X a la ciudad, que constituyen el origen de su gobierno y que, en la actualidad, se conservan en el Archivo municipal. Entre ellos sobresalen tres privilegios rodados, que llevaron sello de oro, en los que el rey confirmó el Fuero de Toledo a la ciudad y delimitó el amplio término municipal que perteneció a la ciudad de Sevilla.
Comisariada por la catedrática de Ciencias y Técnicas Historiográficas en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla, Pilar Ostos -que ha contado con la asesoría científica de los profesores y especialistas en Historia Medieval Antonio Collantes de Terán y Mª Antonia Carmona, y del jefe del Servicio de Archivo, Hemeroteca y Publicaciones del ICAS, Marcos Fernández-, la exposición incide en la decisiva participación del monarca en la configuración de la nueva ciudad. Y es que él fue el encargado de repartir y repoblar los territorios adquiridos y el impulsor de la nueva sociedad sevillana, tal y como demuestran cada uno de los cinco ámbitos en los que se articula esta propuesta expositiva: el rey, el Concejo, el territorio, la ciudad y la sociedad.
El rey, el Concejo, el territorio, la ciudad y la sociedad
En la primera de ellas, centrada en la figura del rey, se recoge su genealogía y la cronología de su reinado, destacando las fechas en las que estuvo en Sevilla y los hitos de su mandato. Es en este apartado donde se muestran el mencionado ataúd de su padre, Fernando III, y el tomo de la Biblia de Pedro de Pamplona, que quiso que quedara en la catedral. Destacan también en este ámbito sus aportaciones a la cultura, con la elaboración de algunos códices como las Cantigas de Santa María, Libros del ajedrez, dados y tablas o parte de Las Siete Partidas, que fueron realizados en el Alcázar.
El espacio dedicado al Concejo refleja la configuración institucional del gobierno de la ciudad. Y es que durante toda la Edad Media la legislación elaborada en Sevilla sirvió de modelo para las principales ciudades del reino. Fue entonces cuando se regularon los signos de identidad de la ciudad, tanto los bélicos (pendón y escudo) como los civiles (sello). En la exposición se distribuyen temáticamente los numerosos privilegios que dio a la ciudad, que fueron revalidados por los sucesivos reyes castellanos y recopilados, más adelante, en un libro manuscrito.
Numerosos documentos y planos configuran el ámbito centrado en el territorio. El denominado “Alfoz” o “Tierra” que el monarca concedió a Sevilla se extendía desde el Guadiana hasta la Campiña y desde la Sierra hasta la desembocadura del Guadalquivir; 12.000 kilómetros cuadrados en los que se distinguían cuatro comarcas: las Sierras, el Aljarafe, la Campiña y la Ribera.
Respecto a la ciudad, la muestra recoge la nueva organización urbana, con una división basada en parroquias y collaciones, espacios en los que transcurriría la vida civil y religiosa de los sevillanos durante siglos. Algunas de las antiguas mezquitas, donadas por Alfonso X a la Catedral al inicio de su reinado, se convirtieron en parroquias y en torno a las principales mezquitas aljamas, reconvertidas en la Catedral y la Colegiata del Salvador, se concentraron los edificios de los nuevos poderes civiles y eclesiásticos, y los de las actividades económicas más relevantes.
En el acercamiento de la exposición a la sociedad, Alfonso X y Sevilla pone de manifiesto la concesión de casas y tierras en las que se materializó la necesidad de fijar la población al territorio, que también se concretó en numerosos privilegios y exenciones fiscales que beneficiaron a todos los estratos sociales. La estructura social se organizaba en una élite que en poco tiempo controlaría el poder local, los sectores artesanales y de servicios, una alta nobleza vinculada al rey (el estamento eclesiástico) y los judíos y mudéjares.
Son varias las instituciones que han colaborado en la exposición con el préstamo de diferentes piezas: el Archivo municipal de Sevilla, la Catedral de Sevilla, la Institución Colombina, la Universidad de Sevilla, el Museo de Artes y Costumbres Populares, el Centro Mudéjar existente en el Palacio de los Marqueses de La Algaba, la Archicofradía Sacramental de Pasión de Sevilla y la Delegación de Patrimonio del Ayuntamiento.