Una exposición en homenaje a Juan Ramón Jiménez
Según escribe en el catálogo el responsable de esta muestra, el pintor y coleccionista Pablo Sycet Torres lleva a extremos diametralmente opuestos su concepción lírica del mundo y de la literatura: la prosa poética de primera época que arropa al borrico “pequeño, peludo y suave” durante sus andanzas moguereñas -y que le supuso su mayor éxito popular- está en las antípodas del lenguaje y de las altas aspiraciones formales y metafísicas de 'Animal de fondo', que es la obra capital de su última etapa, ya de plena madurez y en la antesala de la concesión del Premio Nobel de Literatura en 1956.
'Animal de fondo', es gestado en el exilio con ansias de dar una vuelta de tuerca más a su proceso de creación, el poeta busca a Dios como si fuera su única razón de vivir, pese a que ese dios no es una divinidad externa al poeta, sino que se halla en él y se encarna en su obra, porque ese dios al que se refiere es causa y fin de la belleza pura.
Que en esas dos obras capitales de JRJ tenga un papel tan determinante la presencia de lo animal, de manera tan mágica en sus cavilaciones sobre el Platero de sus años de juventud y, ya en el cenit de su expresión poética, como contraposición humana a la encarnación divina, es la razón que ha determinado el contenido argumental de esta muestra que, a un año de cumplirse el 70 aniversario de la primera edición de 'Animal de fondo', se plantea, a modo de homenaje al poeta moguereño, una exposición homónima que recoge una amplia selección de pinturas, dibujos, fotografías y esculturas en las que la imagen del animal es determinante tanto en el fondo como en sus formas.
Alrededor de un ejemplar de la primera edición de 'Animal de fondo y del retrato de JRJ realizado en 1.916 por Daniel Vázquez Díaz, que funcionan como punto de partida para el discurso expositivo, se configura y expande todo un universo animal representado por obras de distintas épocas, técnicas y soportes, que nos ilustran visualmente sobre la nutrida presencia de imágenes animales en una colección particular como la atesorada a lo largo del último medio siglo por Pablo Sycet, en proceso de donación a la Fundación Olontia, que por la selección de las obras presentada va más allá en su intención de vincularla con lo mucho que de instintivo e irracional tiene buena parte del arte contemporáneo.