De la artista conceptual e investigadora sevillana Teresa Lafita.
El evento se trata de una serie de collages sobre papel comenzada años antes, pero de una manera continuada a partir de mayo del 2014, donde se plantea todo eso que puede considerarse hasta cierto punto como una autobiografía, teniendo en cuenta que se basa en los recuerdos vividos -y también imaginados- durante los años que vivió en el Patio de Banderas Nº1, en “aquella”, la que fuera la casa de sus ancestros paternos.
La exposición está dedicada a sus tías Isabel y Salud Lafita Seva y a su padre José Jacinto y por lo tanto, la selección de obras que se muestran ahora, supone en primer lugar un homenaje a ellos, a la vez que un regreso a esos mundos nunca perdidos de la infancia, la adolescencia y la primera juventud.
Teresa ha intentado reflejar a través de las obras que presenta, fijar ese mundo destinado a acabarse inevitablemente con ellas, pretendiendo retenerlo para siempre en un imaginario que refleje todo lo que puede entenderse como el microcosmos de una familia en decadencia, entendida esta en el sentido de finitud asociada a un sistema de vida y a un lugar concreto y la que se fue adosando con la pátina del tiempo a las fachadas, los patios, las habitaciones, las galerías, alcobas, alhacenas, leñeras, lavaderos, azoteas… y a los salones prohibidos, a las murallas donde estuvo encastrada. En definitiva, a todo lo que pudo representar una casa que intenta rescatar de la destrucción, el abandono o el olvido.
Los silencios, las pisadas, los ecos de las voces, las luces, las sensaciones, los olores, los muebles, el halo invisible de los que vivieron antes allí, las presencias y ausencias que codificaron las normas por las que se regía esa casa y esa familia, han supuesto a la autora un viaje interior hacia un pasado que se remonta a través de los lazos consanguíneos. Por eso esta exposición tiene su continuidad en otra serie como es “La Memoria de la Sangre”, donde aborda más directamente asuntos tales como la genética -la paternidad y la maternidad- la biología, los aspectos que no son de la índole subjetiva (tanto para el espectador como para ella), que esta representa.
Obra pues personal, cargada de simbolismos que quiere compartir en el pensamiento, la estética, los significados de las formas y elementos arquitectónicos que introduce, los cuadros, las lámparas, las cortinas, ... una especie de narración literaria, escenográfica o fílmica que introduzcan al espectador en la imaginación de cada uno.
Obra que tampoco está exenta de humor negro y que alude explícitamente a los lienzos, las esculturas, las colecciones y los talleres de arte que durante siglos se reunieron allí, y que hoy inevitablemente se dispersan. La Casa y la familia como un barco, que es sinónimo de alegrías y tristezas, de nacimientos, de muertes y de vida, de todo lo que vea cada uno, porque esta casa que no existe más, sólo pertenece a la ficción.
JUAN LÓPEZ DÍAZ, amigo de la artista, escribe estas líneas sobre la exposición.