La mítica escuela de la BAUHAUS (1919-1933) creada por Walter Gropius en Weimar (1919-1925), creció en Dessau (1925-1932) y murió en Berlín (1932-1933) con la ocupación del edificio el 11 de abril por unos doscientos policías nazis. Fue un espacio pedagógico que supuso un impacto sin igual en el diseño industrial y gráfico del siglo XX y XXI. Con el propósito de formar una institución que acogiera arte, diseño y arquitectura, basada en la reflexión clásica en torno a la forma y a la función. Los principios fundamentales de su enseñanza fueron, entre otros, el uso en el diseño de formas simples, colores primarios, la construcción como idea fundamental de creación, la arquitectura como espacio ideal, la estandarización de los productos, la socialización del objeto, la utilización de materiales industriales, etc, estableciendo los criterios profesionales del diseñador moderno.
La Bauhaus se definía como un organismo inclusivo al que podía acceder «cualquier persona de buena reputación sin importar su edad ni su sexo». Fue el primer espacio artístico donde las mujeres tuvieron ocasión de iniciar sus estudios y habilidades libremente fuera del hogar. Al menos esa era la teoría. Ellas estuvieron, se formaron y dejaron un legado magnífico en la historia de la estética contemporánea pero nadie las recuerda.
En la famosa escuela había divisiones de asignaturas por géneros. Gropius lo tenía claro: la arquitectura, la escultura y la pintura eran propias de los hombres o del «sexo fuerte» mientras que, las temáticas que no se consideraban tan físicas eran roles de mujeres o del «bello sexo». A juicio del arquitecto la razón residía en que las mujeres sólo estaban capacitadas para pensar en dos dimensiones mientras que, los hombres, eran capaces de hacerlo incluso en tres. Casi todas estuvieron relegadas al taller de textiles.
Además, la mayoría de estas profesionales tuvieron que emigrar de Alemania tras el triunfo nazi. Entre ellas Anni Albers, Gunta Stölzl, Grete Heymanan-Marks, Marguerite Wildenhain-Friedlaender, etc. Las que pudieron permanecer en el país se vieron vetadas, como es el caso de Marianne Brandt, se le prohibió ejercer su profesión e incluso, en el peor de los casos, fueron exterminado en los campos de concentración, como ocurrió con Otti Berger y Friedl Dicker-Bandeis.
Y esta exposición titulada Bauhaus: Hagiografía sesgada de las MUJERES. Es un juego conceptual, una interpretación artística de una biografía excesivamente elogiosa de cada una de ellas, mujeres olvidadas que se formaron, enseñaron y dejaron un legado magnífico en la historia de la estética contemporánea, pero pocos las recuerdan. Representadas por un único pecho igual que las amazonas en la mitología griega. Empleando artículos corrientes procedentes del ámbito doméstico: tapas de la cacerola, bandejas, espejos, mesas, etc para situarlos en un nuevo contexto y otorgarles diferentes funciones y significados. Por eso la artista adopta un compromiso personal y público, y se expresa a través de un lenguaje singular, con un enfoque irónico, que le permite conectar con el espectador y conducirle de manera aparentemente fácil a la reflexión.