FOTOGRAFÍAS INTERVENIDAS
Frederic Amat es uno de los artistas españoles contemporáneos con mayor presencia en el panorama nacional e internacional. Baste recordar que en el último año su obra ha estado presente en el Museo Thyssen de Madrid (La escena pintada), en la Pedrera de Barcelona (Zoótropo) o en el Teatro de la Zarzuela en Madrid, donde creaba la escenografía para una ópera barroca (Iphigenia en Tracia) mientras diseñaba la exposición García Lorca en escena para la fundación suiza Jan Michalski. Estamos ante una de las figuras más influyentes en la plástica actual en España.
Frederic Amat siempre ha tenido una especial vinculación con Granada. Hace cuatro años, en una de sus frecuentes escapadas desde Barcelona, se formalizó el trabajo que ahora se presenta en el Centro Federico García Lorca y que no se ha contemplado hasta ahora en ningún otro espacio. Según el propio artista, este proyecto solamente podría ser presentado en Granada y, a ser posible, en el Centro Federico García Lorca, pues ya es más que conocida la vinculación de Amat con el gran poeta, a través de obras como Viaje a la Luna o El público.
Pintor, diseñador, escenógrafo, Amat trabaja aquí una materia que no le es ajena: la fotografía, que él utiliza como si fuera un pincel, pues literalmente habla de pintar con la fotografía. Amat, además, tiene su sello de identidad en la mancha, en la ocupación del espacio de forma aleatoria pero controlada, a través de la pura mancha. Era por tanto lógico que, al enterarse de que en una localidad de Granada tenía lugar una fiesta cuyo protagonista era la mancha en los cuerpos de sus moradores, Amat no dejara pasar la oportunidad de trabajar esta manifestación popular, festiva y antropológica, a través del ojo del artista especializado en la mancha.
Este es el resultado: una fabulosa exposición que nace en las tierras de Baza, durante la celebración de la fiesta del Cascamorras, y que ve la luz en el Centro Federico García Lorca. Las 185 fotografías intervenidas nos ofrecen fragmentos y totalidades de una realidad ya pasada y captada por la óptica de la cámara, que se completan con el trazo de la mano del artista, por el que pasa la idea y el concepto, pero también la memoria para complementar la técnica.