De ANTONIO BELMONTE
En palabras de Pablo Sycet Torres, que ha organizado esta muestra para el Instituto de América, “pese a todos los ismos que han ido dejando su huella en el mundo del arte, Belmonte ha seguido siendo fiel a sus aspiraciones y a una forma muy particular de mirar el mundo alrededor, e interpretarlo con unos registros plásticos tan personales como atemporales, en clave romántica. Así es como frente al expresionismo feroz o el impresionismo abstracto de otros compañeros de generación, Belmonte ha podido construir un relato muy personal sin bandazos ni grandes cambios de registro, consciente en todo momento de los márgenes naturales de su proyecto para, partiendo de un realismo más aventurado que académico, desembocar medio siglo después en ese fulgor evanescente que se ha apoderado de su pintura en los últimos años, en contraste con esa suerte de realismo mágico que le da carácter a su producción en tres dimensiones, una inesperada pasión escultórica que le está dando a sus años de plena madurez otra gozosa dimensión.