Una exposición de la artista sevillana Laura Aguilar
Inspirada en la novela "Las ciudades invisibles" del escritor Italo Calvino, la figura del laberinto de Borges y las arquitecturas surrealistas de Escher, esta serie pictórica nace y se va desarrollando con la creación de distintos lugares a través de edificios que no están sujetos a nada, ventanas que confunden la perspectiva y escaleras que no llevan a ninguna parte, como un reflejo de emociones y de recuerdos que se plasman en forma de ciudad.
Todas y cada una de ellas parte de una estructura general creada desde la intuición, que se analiza y se completa posteriormente de manera consciente, dándole profundidad y estabilidad a todo lo que la psique ha necesitado expresar; trabajando así casi de una manera terapéutica, liberando pensamientos viscerales enjaulados en un falso y aparente orden.
Esta colección está en constante crecimiento y siempre busca nuevas maneras de describirse y de expresarse por medio de diversos formatos y tamaños, creando también distintos puntos de vista de las estructuras que dan forma a estas edificaciones.
La principal cualidad de ellas es que transportan directamente a un lugar del subconsciente donde se mezclan recuerdos, miedos y sensaciones de todo tipo que se materializan en forma de paisaje onírico; en definitiva, es un reflejo de la conciencia de la propia existencia y el lugar que ocupamos dentro del mundo.
Laura Aguilar nace en Sevilla en septiembre de 1993. En este entorno de luz, comienza su trayectoria artística, formándose primero en la Escuela de Arte de Sevilla (Pabellón de Chile) haciendo el bachillerato de modalidad artística, que le abrirá la puerta directamente a la carrera de Bellas Artes. En dicha carrera (que realizará también en la capital andaluza) adquirirá una decisiva formación académica por medio del dibujo, la escultura y la pintura del cuerpo desnudo e irá transformando cada vez más ese realismo en una interpretación de sus emociones y experiencias más íntimas, optando por aportar la mayor honestidad en sus obras, hasta llegar a la abstracción. Tanto en su discurso artístico como en la estética de su obra encontramos una fuerte influencia arquitectónica y una gran orientación hacia lo íntimo y el detalle.
Estudiando la carrera se vio maravillada por las posibilidades que le ofrecía el metal en la escultura y decidió especializarse en joyería, yéndose a estudiar el Grado Superior de Orfebrería y Platería Artística a la Escuela de Arte Dionisio Ortiz de Córdoba, ciudad que acoge a algunos de los mejores orfebres del último siglo por su enorme tradición joyera.