Beatriz Cordero ofrece una aproximación a la obra de José Guerrero Ascendentes (1954). Se trata de una obra de obra de gran audacia; formato, tamaño, composición y cromatismo: todo en el lienzo revela confianza y valentía. Este arrojo que la obra desprende es, por una parte, consecuencia de los nuevos estímulos que el pintor ha estado recibiendo desde su llegada a Nueva York en 1950, pero también mucho más. Es además la culminación de todo un proceso de asimilación que incluye las vanguardias europeas, así como sus trabajos más experimentales con las técnicas del grabado y del mural. Como otras composiciones realizadas en el emblemático año 1954 −en el que Guerrero cosecha sus mayores éxitos profesionales hasta entonces−, Ascendentes utiliza la abstracción para llevar al lienzo muchos de los anhelos del pintor, sumergiéndose así en cuestiones estéticas tan ardientemente discutidas por los artistas neoyorquinos en ese momento como el proceso creativo y los temas de la pintura moderna.