La muestra reúne más de 40 fotografías de Pilar Lozano
Andar con un cuerpo olvidado. Perder el contacto con la idea de ser carne y sangre que camina. Huesos, pelos y tejidos nerviosos que ríen y tienen miedo. Somos uñas y falanges, saliva y excrementos. Somos ojos que miran a otros cuerpos como si esos cuerpos no existieran, como si no fueran trozos de carne y piel. Carcasas en movimiento, o envases vacíos en la camilla de la morgue. Insistimos en conocerlo como algo ajeno. Lo medimos de mil formas, lo escaneamos, lo radiografiamos, lo intervenimos, lo diseccionamos, lo fotografiamos. Nos inquieta verlos dibujados en las láminas de anatomía, como unos diseños extraños y ajenos. Tomamos las pulsaciones, la presión, lo analizamos y así creemos conocerlo. Vemos por las calles cuerpos como objetos que caminan, hablan, se mueven entre otros cuerpos.
Pero el cuerpo también es nuestro, somos nosotros, seres humanos encarnados, carne que piensa y siente. Carne, que sólo se vuelve consciente cuando duele. Somos cuerpos que sufren, cuerpos que se emocionan, cuerpos que experimentan placer y éxtasis. Abandonamos por momentos la transparencia del cuerpo cuando tomamos conciencia de su existencia.