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SEVILLA. C/ Levíes, 18.
De Antonio Calderón.
En palabras del artista: Las antiguas fotos familiares ejercían en mí una seducción especial. En mi niñez, en las horas de hastío, uno de mis recursos más frecuentes para combatir el aburrimiento, era observar las viejas fotos que mi madre guardaba en una caja. Siempre pensé que esa obsesión se debía a la búsqueda de algún reconocimiento genético en el rostro de aquellos parientes lejanos a los que desconocía. Más tarde, la atracción por el parentesco se extendió a cualquier foto antigua que cayera en mis manos. En especial me seducían los destellos de luz que aún palpitaban en las miradas de algunos fotografiados. El brillo de aquellos ojos parecía extenderse más allá del tiempo y del espacio. Miradas que latían vivas y que desde el pasado impactaban en el presente de quienes la observábamos, como si la congelación de ese preciso instante se consumara en el acto de asomarnos a ellas. Algo parecido el resplandor de algunas estrellas que aún hoy contemplamos a pesar de que dejaron de existir hace millones de años. Algo de todo esto hay en los retratos que hoy presento, sin embargo, las miradas de estas mujeres ya no nos observan desde una lejanía remota, si no desde el aquí y el ahora. Y más que asomarse como para indagar el futuro, posan como si ya hubieran llegado a él y quisieran dejarse ver.
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